Universidad UDET cumple 22 años desde su acreditación como Universiad
Hoy, 14 de marzo del 2022, recuerdo que hace 22 años atrás, luego de una espera de más de un año llega la noticia que inflama mi corazón y la de quienes me acompañaron en ese viaje, la creación de un proyecto que rompía paradigmas del momento
El congreso emite la ley de creación de la universidad de especialidades turísticas cuyo nombre que se había planteado fue de “Universidad de Ciencias Turísticas”. El proceso se inició en el año 96 y surgió luego de reflexiones sobre la realidad de los estilos formativos de la universidad de ese tiempo.
Se empezó a plasmar en documentos sueños de una organización de calidad, de compromiso, de entrega. No importó el tiempo, ni el redoblar de esfuerzo, ni el afrontar una propuesta desconocida hasta ese entonces. Lo que importó fue alcanzar ese anhelado sueño con el que en ese momento se liberaban las ataduras que impedían tomar decisiones en forma autónoma, realizar los cambios sin recurrir a aprobaciones que dificultaban el ansia de un caminar ligero y seguro.
14 de marzo, el secretario del congreso Nacional finalmente pone en el orden del día para conocimiento y decisión del Congreso Nacional y en la jornada de la tarde, se aprueba sin objeciones emitir la ley de creación 2000-7 de la Universidad de Especialidades Turísticas.
Finalizaba una primera etapa que estuvo cargada de esfuerzos individuales y colectivos, personales y familiares, momentos tras momentos en los que la vida misma estaba desenvolviéndose. Tiempos de alegría, de tristezas, de incertidumbres, de certezas, de fidelidades y de traiciones, de abatimiento y también de euforia.
En siete tomos se condensó el aprendizaje y desarrollo del paradigma de la incertidumbre, de la combinación de teorías filosóficas, psicológicas y pedagógicas, de un sueño hecho realidad.
Se inició así una nueva etapa, de la concreción operativa del proyecto. La corrección de desviaciones sobre la marcha, el ajuste a realidades no contempladas. Nueva etapa de adaptación a nuevas formas pedagógicas, didácticas en la que el estudio no podía parar y más bien debía seguir en forma continua.
Largas y productivas horas de preparación de talleres dedicados a los facilitadores que debían ser imbuidos en un modelo ecléctico, creativo, flexible, sistémico. Muchos documentos compartidos en los que surgían preguntas tras preguntas de todo el equipo de trabajo y más el equipo dedicado a la docencia.
Nueva forma de organización estructural, en la que la visión sistémica y el compromiso de la calidad se traduce en círculos que se conecta entre sí en forma permanente y que se mueven teniendo como centro a la razón de ser del que hacer formativo: El estudiante.
Las nuevas designaciones que llevaban una carga significativa de importancia vital en el modelo de gestión de la Institución. Los gestores, los gerentes, los facilitadoras, los inyectores, pocos lo entendían, quizás hasta ahora pocos lo hacen.
El entendimiento del modelo por parte del colectivo de la universidad era indispensable. El cambio del rol predominante de los facilitadores por rol secundario y de acompañamiento permanente al estudiante en su proceso individual de desarrollo de su propio conocimiento.
El cambio de distribución de salas de trabajo, de tipo de mesas de trabajo para que también en lo físico se manifieste la necesidad de apalancamiento de la seguridad del individuo que no esconde tras una espalda, que se manifiesta en forma libre su experiencia, su vivencia, que es la carga fundamental para que este ser humano estudiante desarrolle su ser integral, no solo su conocimiento.
Para lograrlo fue necesario que los equipos de trabajo reconocieran el verdadero significado de equipo. Si uno fallaba el otro también lo hacía y no podíamos permitirlo en este nuevo proyecto de viajeros por el embriagante mundo de la educación.
El dar una milla más cuando se pedía mi media milla, el trasnochar dilucidando una cuestión que se presentaba ante el nuevo reto del día.
El camino se fue formando con el paso que cada día se daba, con las decisiones que se tomaba, con los retos que se vencía. Porque eso es la educación un reto constante de crecimiento en el que no cabe el darse por vencido.
La formación de seres humanos dista tanto la creación de objetos, equipos, instrumentos, por más útiles que sean. Los seres humanos que se juntaban para ser apoyados en su desarrollo integral dentro de la profesión se convertían en empresarios, en colaboradores, en hombres y mujeres que comprendían el significado de servicio.
De esos profesionales es de quienes se reciben mensajes de solidaridad, saludos en la calle con efusivos abrazos, cortesías en los restaurantes, upgrades en las sillas de avión, amenities complementarios en las habitaciones y aplicación de tarifas especiales y tantas otras muestras de agradecimiento por el desarrollo logrado.
La ley de creación fue un documento que dio el cimiento, la primer piedra en esta construcción permanente del que hacer de la universidad, construcción que no debe parar ni cansarse, que se debe buscar y encontrar los nuevos pilares, las nuevas ventanas y puertas, cullo propósito se enfoca en el mejoramiento de la calidad de vida en el país, a partir de los profesionales que asumen con alta calidad, decisión y compromiso las propuestas de cambio, de mejora, de innovación con visión sistémica, los sectores para los cuales desarrollan sus capacidades.
Las mentes proactivas, propositivas, asertivas, decididas, positivas son las que marcan la diferencia en un mundo convulsionado por el miedo, la rebeldía, la razón de la sin razón.
Gracias a Dios por estos primeros 22 años de la UDET, se vienen nuevos 22 y luego otros más y así seguirán, con la visión clara de que el país requiere de gente leal, segura y decidida a ser parte del nuevo día que se abre con cada amanecer.
Aquí y ahora es el momento de seguir creciendo porque ahí está la vida.
María de Lourdes Jarrin R.